La aclamada actriz Viola Davis, ganadora del Oscar, ha vuelto a expresar su profundo arrepentimiento por uno de los papeles más célebres de su carrera: el de la sirvienta Aibileen Clark en la película de 2011 «Criadas y Señoras» («The Help»). A pesar de que la interpretación le valió una nominación al Oscar y el aplauso generalizado, Davis considera que la película traicionó la esencia de las historias que pretendía contar.
En una reveladora entrevista con Vanity Fair, la actriz fue contundente al afirmar el motivo de su pesar, que no reside en la experiencia de rodaje ni en sus compañeros de reparto, sino en la estructura narrativa de la película. Según Davis, la historia está contada a través de un «filtro blanco» y sirve principalmente a una audiencia blanca, sin dar el protagonismo real a las voces de los personajes afroamericanos que supuestamente eran el centro del relato.
«No hay nadie que no haya disfrutado con ‘Criadas y Señoras’. Pero hay una parte de mí que siente que me traicioné a mí misma y a mi gente», explicó la actriz. Su principal crítica es que, al final, la película se convierte en un vehículo para que el público blanco «se siente y reciba una lección sobre cómo éramos en esa época», en lugar de centrarse auténticamente en la experiencia de las protagonistas.
El filme, dirigido por Tate Taylor, fue un éxito tanto en taquilla como en crítica, y le otorgó a su compañera de reparto, Octavia Spencer, el Oscar a Mejor Actriz de Reparto. Sin embargo, con el paso del tiempo, ha sido objeto de análisis por perpetuar el arquetipo del «salvador blanco», donde un personaje caucásico es el catalizador del cambio para los personajes de color.
La valiente reflexión de Viola Davis pone de manifiesto la compleja discusión sobre la representación y la autenticidad en Hollywood. Su autocrítica subraya la importancia de quién cuenta la historia y desde qué perspectiva, un debate cada vez más presente en la industria del cine contemporáneo.